6La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
7«Jeremías, toma en cuenta que Janamel, el hijo de tu tío Salún vendrá a verte, y te pedirá que le compres el terreno que tiene en Anatot, pues tú tienes sobre él derecho de comprar.»
8En efecto, y conforme a la palabra del Señor, mi primo Janamel fue a verme al patio de la cárcel, y me dijo:
«Cómprame el terreno que tengo en Anatot, en tierra de Benjamín, pues tú tienes derecho de compra sobre él, así que a ti te corresponde rescatarlo. Cómpralo para ti.»
Con esto reconocí que esta era palabra del Señor,
9y compré el terreno de mi primo Janamel, el cual estaba en Anatot, y le pagué por él diecisiete monedas de plata.
10Preparé la carta de compraventa y la sellé, la certifiqué en presencia de testigos, y le pesé el dinero.
11Una vez sellada la carta de compraventa, conforme al derecho y la costumbre, la tomé junto con la copia abierta,
12y se la di a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maseías, en presencia de mi primo Janamel y de los testigos que la habían suscrito, así como de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.
13También en presencia de ellos le di a Baruc las siguientes instrucciones:
14«Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Toma estas cartas, es decir, la carta de compraventa sellada, y la copia abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven durante mucho tiempo.
15Porque el Señor de los ejércitos y Dios de Israel ha dicho que en este país todavía se comprarán casas, terrenos y viñas.”»
16Después de darle a Baruc hijo de Nerías la carta de compraventa, oré al Señor. Le dije:
17«¡Señor, Señor! Tú, con tu gran poder y con tu brazo extendido, hiciste el cielo y la tierra. No hay para ti nada que sea difícil.
18Tú muestras tu misericordia a miles de gente, y castigas la maldad de los padres en sus hijos. Dios grande y poderoso, tu nombre es Señor de los ejércitos.
19Tus planes son impresionantes, tus hechos son portentosos; siempre estás atento a los actos del género humano, y a cada uno de nosotros nos das lo que merecemos, según lo que cada uno haya hecho.
20Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto, y hasta este día sigues haciéndolos en Israel; te has ganado el reconocimiento de toda la humanidad, como puede verse el día de hoy.