Devocional Diario
Salmo 27. 7-13
Después de reafirmarse a sí mismo que él tiene a Dios como Su Roca donde se refugia, David eleva su oración de súplica, ¡por favor no me abandones!, le pide a Dios; no importa lo que pase, aunque me abandonen quienes más amo en esta vida, una cosa te pido, ¡no me abandones!. Eso es lo que David dice en su súplica y continúa diciendo, hay adversarios, gente acusadora, hay trampas, mentiras que me rodean, pero en medio de este camino tan peligroso que se llama vida, ¡no me abandones!.
Esta es nuestra realidad hoy día, vivimos en medio de un camino lleno de peligros, David nos enseña una oración para hacer «enséñame, Señor, tu camino y llévame por el camino recto», pidamos dirección a Dios para saber qué hacer, dónde ir, qué decir, Él no permitirá que resbales. «¡Yo estoy seguro, Señor, de que he de ver tu bondad en esta tierra de los vivientes!» Así termina su súplica con una declaración de confianza, estoy seguro que he de ver a Dios en medio de todo esto, es una expresión como la de Job, «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ser a Dios» Job 19.25-26.