DEVOCIONAL DIARIO
Ezequiel 1.1-3.
Este libro es uno de esos en la Biblia, donde el nombre del autor o del profeta es parte de la profecía. Ezequiel, es de la raza sacerdotal de Israel y su nombre significa: “Aquel que Dios es su fortaleza”. Cuando se escriben estos primeros capítulos, el pueblo de Israel ha sido llevado cautivo para Babilonia y lo que Ezequiel anuncia es que la presencia de Dios llega a Babilonia, con su pueblo. Antes que sucediera esta tragedia, los israelitas tuvieron la oportunidad de recibir el mensaje de varios profetas, como Jeremías, Oseas, quienes les advirtieron que se habían alejado de Dios, vivían la religión, pero no completamente, cumplen con las festividades, con las ofrendas, con ir al templo, guardan el día de reposo según manda la religión, hacen muchas obras de misericordia; pero… no son justos, no aman a Dios, no lo honran, ni lo adoran de corazón, no tiene una relación con Dios. Dios no es la fortaleza del pueblo, el pueblo tiene poder político, dinero, todo les sale bien y muchos que se dicen a sí mismos, profetas, les anuncia que sólo bendición viene para ellos; ese anuncio falso hace que el pueblo siga tranquilo y no le ponga atención a los verdaderos profetas que les advierten que Dios los llevará al desierto para volver a enamorarnos (Oseas 2). Por eso Ezequiel inicia su mensaje haciendo ver que él, es profeta porque Dios puso su mano sobre él, concediéndole así una autoridad a su mensaje y poniendo una diferencia con la multitud de profetas que tenía Israel en ese momento. Dándonos una pequeña lección: no todos los mensajes de bienestar vienen de Dios, pongamos atención, oigamos la voz de Dios en medio del bullicio diario de las actividades, internet, TV, oigamos la voz de Dios para obedecerle y seguirle.