DEVOCIONAL DIARIO
Ezequiel 5. 5-8.
En el capítulo 5, hay otra acción simbólica, el profeta que es sacerdote, debe raparse la cabeza y cortarse la barba, eso era inconcebible en un sacerdote, porque su barba larga es el cumplimiento de una orden de Dios. Pero ahora Dios mismo le dice que se debe rapar la cabeza y la barba, guardar un poco de los cabellos, amarrados de su manto de orar, quemar otro poco y cortar con una espada el resto, todo a vista de los habitantes de la ciudad. Raparse era una señal de duelo y aflicción, el poco de cabellos amarrados al manto de orar, era la representación del pequeño resto que volvería a Jerusalén, amarrados al manto, es la representación de que serían aquellos que permanecerán firmes confiando en Dios aun en medio del exilio. Esta profecía nos habla a nosotros también hoy, siempre serán pocos los que permanezcan firmes amarrados de Dios, aunque sean en una punta, la tentación de hoy de ser como todo el mundo ha arrastrado a muchos cristianos que prefieren dejar su vivencia en Cristo para hacer lo que todo el mundo hace. Que seamos de los que permanecen amarrados a su mando.