DEVOCIONAL DIARIO
Ezequiel 28.1-5.
Estas profecías, no solo anuncian la destrucción de los pueblos que se burlaron de Israel, sino que denuncia que, su prosperidad ha venido de Dios, pero se han envanecido, se han llenado de orgullo, creen que son prósperos por sus propios méritos, por su capacidad en hacer negocios, su orgullo ha sido tan grande que se han sentido como dioses, es más al se sienten al mismo nivel de Dios, igual que en el Edén, la serpiente se puso al nivel de Dios y eso acarreó su desgracia. La denuncia de Dios es clave para nuestra vivencia personal, cuando nos alegramos del mal ajeno, estamos juzgando a la otra persona, poniéndonos en el lugar de Dios; cuando decimos, “se lo merecía”, estamos diciendo que nosotros juzgamos a esa persona y la condenamos. Esta es una lección crucial, Jesús la enseñó cuando estuvo en la tierra, Lucas 6.37, nos enseña “No juzguen a otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará”, pueden ver la relación entre no gozarse del mal que sufre otro y juzgar. Si queremos ser verdaderos discípulos de Jesús, si queremos llamarnos cristianos, esta lección es clave, solo Dios es un juez justo, todo juicio que hagamos nosotros, como seres humanos, tenemos una perspectiva limitada, no conocemos el corazón, ni las intenciones, ni la razón por la que una persona actúa en la forma que lo hace.