DEVOCIONAL DIARIO
Ezequiel 34.23-27.
Mi recomendación es que te leas todo el capítulo, es rico en analogías, muestra un amor lleno de compasión y misericordia, ese es el Dios que nos busca día a día.
La promesa incluye el cuidado de un nuevo pastor, que Dios mismo dará, menciona al Rey David, pero claramente se refiere a las virtudes de David y que será un descendiente de David, hoy podemos decir que se refiere a Jesús, a quien en esta tierra le llamaron “Hijo de David”, el pueblo indefenso vio en Jesús el cumplimiento de esta profecía y por eso no fueron las clases gobernantes quienes lo reconocieron, fueron los pobres, los indefensos, los que sufren, la mujeres, todos víctimas de una sociedad parcializada incapaz de identificar entre lo santo y lo profano; los líderes religiosos eran fieles a sí mismos y al dinero o el poder que pudieran obtener; pero nunca fieles y mucho menos obedientes a Dios. Vuelve de nuevo la promesa de que Dios será nuestro Dios, y este David será el príncipe.
El pacto viene rodeado de bendiciones, la paz, la seguridad, la bendición de Dios, la lluvia a su tiempo, los frutos de la tierra, la conciencia de saber quién es El Señor. Conocer a Dios es una bendición, no es para alardear del conocimiento. “Si alguien se quiere enorgullecer, que se enorgullezca de conocerme, de saber que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, justicia y rectitud, pues eso es lo que a mí me agrada. Yo, el Señor, lo afirmo.» Jeremías 9.24.
Cierra la profecía con una promesa: “Les daré sembrados fértiles, y ellos no volverán a sufrir hambre ni las demás naciones volverán a burlarse de ellos.” Ezequiel 34.29.