DEVOCIONAL DIARIO
ENERGÍA
«El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada.» (Juan 15.5, página 1777)
«Por favor, necesito que venga ya mismo a ayudarme.» Apenas colgó el teléfono, Pablo cargó en su maletín los elementos necesarios y salió rumbo al lugar desde donde lo habían llamado.
«Toqué todos los botones, pero la computadora no responde», dijo en tono desesperado el cliente que lo había llamado. Y agregó: «Creo que entró un virus y destruyó el sistema operativo… ¡ayúdeme por favor!»
Cuando comenzó a revisar el artefacto, Pablo descubrió de inmediato dónde estaba el problema: alguien había desconectado accidentalmente el cable de la electricidad. ¡Tantos nervios, preocupación y tiempo perdido para comprobar que la solución era volver a conectar un simple cable!
Aunque ésta es una simpática anécdota, debemos admitir que a veces pasa lo mismo entre los seres humanos y Dios: tratamos de resolver los problemas, calmar las ansiedades y enfrentar los retos como si pudiéramos lograr el éxito por nuestra cuenta. Sin embargo, tarde o temprano descubriremos que para funcionar correctamente debemos estar conectados a la fuente.
Sería ridículo intentar que funcione una computadora sin enchufarla a la corriente eléctrica o sin utilizar una batería cargada. ¡Qué absurdo es querer que nuestra vida funcione sin conectarnos a nuestro creador!
Sumérgete: ¿Cuánto tiempo vamos a esperar para recurrir a Dios en busca de su ayuda? ¡Conectémonos a él y tendremos la energía suficiente para desarrollar nuestra vida al máximo!
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