Sociedad Bíblica Peruana

ESPERANZA DE RESTAURACION PLENA

Bible text(s)

Israel, siervo del Señor

1¡Escúchenme, costas y pueblos lejanos! El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; tuvo en cuenta mi nombre desde antes de que yo naciera.

2Hizo de mi boca una espada aguda, y me cubrió con la sombra de su mano; hizo de mí una flecha bruñida, y me guardó en su aljaba.

3Y me dijo: «Israel, tú eres mi siervo. Tú serás para mí motivo de orgullo.»

4Pero yo dije: «De balde he trabajado. He gastado mis fuerzas sin ningún provecho. Pero el Señor me hará justicia; mi Dios me dará mi recompensa.»

5Pero ahora ha hablado el Señor, el que me formó desde el vientre para que fuera yo su siervo; para que reuniera a Jacob, para que hiciera a Israel volverse a él (así yo seré muy estimado a los ojos del Señor, y mi Dios será mi fuerza),

6y ha dicho:

«Muy poca cosa es para mí que tú seas mi siervo, y que levantes las tribus de Jacob y restaures al remanente de Israel. Te he puesto también como luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta los confines de la tierra.»

7Así ha dicho el Señor, el Santo Redentor de Israel, al que es menospreciado, al que es odiado por las naciones, al siervo de los gobernantes:

«Los reyes y los príncipes te verán y se levantarán, y se inclinarán ante el Señor, porque el Santo de Israel, que te ha escogido, es fiel.»

1Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado.

2Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.

3Porque el que se cree ser algo, y no es nada, a sí mismo se engaña.

4Así que, cada uno ponga a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de jactarse, pero solo respecto de sí mismo y no por otro;

5porque cada uno llevará su propia carga.

6El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que le enseña.

7No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará.

8El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.

9No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos.

10Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Pablo se gloría en la cruz de Cristo

11Miren con cuán grandes letras les escribo de mi propia mano.

12Todos los que quieren agradar a los demás los obligan a que se circunciden, solamente para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo.

13Porque ni siquiera los mismos que se circuncidan cumplen la ley, aunque quieren que ustedes se circunciden para tener de qué jactarse.

14Pero lejos esté de mí el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.

15Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación.

16Y a todos los que anden conforme a esta regla, que la paz y la misericordia sean con ellos, y con el Israel de Dios.

17De aquí en adelante nadie me cause molestias, que yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.

Bendición final

18Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.

El amor del Señor por un pueblo infiel

1»Pueden llamar a sus hermanos: Ammi; y a sus hermanas: Rujama.

2Pero repróchenle a su madre el hecho de no ser ella mi mujer, ni yo su marido. Díganle que deje de serme infiel, que no cometa más adulterio.

3De lo contrario, le arrancaré la ropa y la dejaré desnuda, como estaba el día en que nació. La dejaré desolada como un desierto, como tierra seca, y la mataré de sed.

4No tendré compasión alguna de sus hijos, porque son hijos de una prostituta.

5Es un hecho que su madre se prostituyó; la que los dio a luz perdió la honra cuando dijo: “Voy a seguir a mis amantes, porque ellos me dan pan y agua, lana y lino, aceite y vino.”

6Por eso voy a plagar su camino con espinos; voy a cerrarle el paso, para que no encuentre el camino.

7Podrá seguir a sus amantes, pero no logrará alcanzarlos; irá en su busca, pero no los hallará. Y entonces dirá: “Voy a volver con mi primer marido, porque con él me iba mejor que ahora.”

8»Y es que ella no ha reconocido que soy yo quien le ha dado el trigo, el vino y el aceite; que soy yo quien le ha multiplicado la plata y el oro que le ofrece a Baal.

9Por eso en su momento haré que me devuelva mi trigo y mi vino; le quitaré mi lana y mi lino, que le había dado para que cubriera su desnudez,

10y a la vista de sus amantes pondré al descubierto sus partes pudendas. ¡Nadie la librará de mi mano!

11Pondré fin a todo su alborozo y a sus fiestas, a sus lunas nuevas y a sus días de reposo, y a todas sus festividades.

12Arrasaré sus viñas y sus higueras, que ella consideraba la paga que le dieron sus amantes, y las reduciré a un matorral, y se las comerán las bestias del campo.

13La castigaré por los días en que ofreció incienso a los baales, cuando se adornaba con zarcillos y joyas, y se iba en pos de sus amantes, y se olvidaba de mí.

—Palabra del Señor.

14»Sin embargo, volveré a cortejarla. La llevaré al desierto, y allí me ganaré su corazón.

15Allí le devolveré sus viñas, y haré del valle de Acor una puerta de esperanza; allí volverá a cantar, como cuando era joven; como cuando salió de la tierra de Egipto.

16»Cuando llegue el momento, tú me llamarás Ishí, y nunca más volverás a llamarme Baalí.

—Palabra del Señor.

17»Yo te quitaré de la boca los nombres de los baales, y nunca más volverás a mencionar sus nombres.

18Cuando llegue ese día, haré por ti un pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra. Pondré fin al arco, la espada y la guerra, y te haré dormir tranquila.

19Para siempre te tomaré por esposa, y serás mi esposa ante Dios y ante los hombres, con toda misericordia y compasión.

20Yo te tomaré por esposa, con votos de fidelidad, y tú conocerás a tu Señor.

21»Cuando llegue ese momento, yo les responderé a los cielos, y los cielos le responderán a la tierra.

—Palabra del Señor.

22»La tierra les responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos le responderán a Jezrel.

23Yo la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lorrujama, y a Loamí le diré: “Tú eres mi pueblo”, y él me dirá: “Tú eres mi Dios”.»

Job reconoce su atrevimiento

1Entonces Job le respondió al Señor, y le dijo:

2«Yo sé bien que todo lo puedes,

que no hay nada que tú no puedas realizar.

3Preguntaste:

“¿Quién se atreve a oscurecer mis designios,

con palabras carentes de sentido?”

Yo fui ese atrevido, que habló sin entender;

¡grandes son tus maravillas!

¡Son cosas que no alcanzo a comprender!

4Por favor, escucha mis palabras;

quiero preguntarte algo; ¡házmelo saber!

5Yo había oído hablar de ti,

pero ahora mis ojos te ven.

6Por lo tanto, me retracto de lo dicho,

y me humillo hasta el polvo y las cenizas.»

El Señor reprende a los amigos de Job

7Cuando el Señor terminó de hablar con Job, le dijo a Elifaz de Temán:

«Estoy muy enojado contigo y con tus amigos porque, a diferencia de Job, ustedes tienen un concepto erróneo de mí.

8Pero tomen ahora siete becerros y siete carneros, y preséntense ante mi siervo Job, y ofrezcan un holocausto por ustedes. Job, mi siervo, rogará por ustedes, y yo escucharé sus palabras; así ustedes no quedarán avergonzados por no haber hablado de mí correctamente, como lo hizo Job.»

9Entonces Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Sofar el namatita fueron e hicieron lo que el Señor les ordenó, y el Señor aceptó los ruegos de Job por sus amigos.

Epílogo

10Después de que Job rogó por sus amigos, el Señor sanó también la aflicción de Job y aumentó al doble todo lo que Job había tenido.

11Después de haber pasado por tan terrible calamidad que el Señor le envió, Job recibió la visita de todos sus hermanos y hermanas, y de sus amigos y conocidos de antes, y juntos disfrutaron de una gran comida en su casa. Ellos le dieron sus condolencias y lo consolaron por la familia que había perdido, y cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro.

12Y el Señor bendijo a Job con mayores riquezas que las que tuvo al principio, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,

13y además tuvo siete hijos y tres hijas.

14La primera de ellas se llamó Yemimá; la segunda, Quesiyá; y la tercera, Queren Hapuc.

15No había en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job. Y Job les dio herencia, lo mismo que a sus hermanos, por partes iguales.

16Job pudo ver a todos sus hijos, y a sus nietos y bisnietos, hasta la cuarta generación, pues llegó a vivir ciento cuarenta años.

17Cuando Job murió, era ya muy anciano.

El remanente de Israel

1Por lo tanto, pregunto: ¿Acaso Dios desechó a su pueblo? ¡De ninguna manera! Porque también yo soy israelita, descendiente de Abrahán y de la tribu de Benjamín.

2Dios no desechó a su pueblo, al cual conoció desde un principio. ¿No saben ustedes lo que dice la Escritura acerca de Elías, de cómo invocó a Dios contra Israel, cuando dijo:

3«Señor, han dado muerte a tus profetas, y han derribado tus altares. Sólo yo he quedado, y procuran matarme»?

4¿Y cuál fue la respuesta divina? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.»

5De la misma manera, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.

6Y si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no sería gracia. Y si fuera por obras, ya no sería gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

7¿Entonces, qué? Israel no ha alcanzado lo que buscaba, pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos.

8Como está escrito: «Dios les dio un espíritu de estupor, y así son hasta el día de hoy. Tienen ojos que no ven y oídos que no oyen.»

9Y David dice:

«Que sus banquetes se conviertan en trampa y en red,

en tropezadero y en retribución;

10que sus ojos se nublen para que no vean,

y sus espaldas se encorven para siempre.»

La salvación de los no judíos

11Pregunto entonces: «¿Será que los de Israel tropezaron para caer?» ¡De ninguna manera! Más bien, su transgresión redundó en la salvación de los no judíos, para que los israelitas se pongan celosos.

12Pues si su transgresión ha enriquecido al mundo, y su fracaso ha enriquecido a los no judíos, ¡mucho más será lo que logre su plena restauración!

13Ahora les hablo a ustedes, a los que no son judíos. Por cuanto yo soy el apóstol de ustedes, honro mi ministerio.

14Yo quisiera poner celosos a los de mi sangre, y de esa manera salvar a algunos de ellos.

15Porque si su exclusión trajo como resultado la reconciliación del mundo, ¿qué resultará de su admisión, sino vida de entre los muertos?

16Si la primera parte de la masa es santa, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

17Si algunas de las ramas fueron cortadas, y tú, que eras un olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y has venido a participar de la raíz y de la rica savia del olivo,

18no te jactes contra las ramas; y si te jactas, conviene que sepas que no eres tú el que sustenta a la raíz, sino que es la raíz la que te sustenta a ti.

19Tal vez digas: «Las ramas fueron cortadas para que yo fuera injertado.»

20De acuerdo. Pero ellas fueron cortadas por su incredulidad, y tú te mantienes firme por la fe. Por lo tanto, no seas soberbio, sino temeroso.

21Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará.

22Por lo tanto, toma en cuenta la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera también tú serás cortado.

23Y aun ellos pueden ser injertados, si no permanecen en su incredulidad, pues Dios es poderoso para volver a injertarlos.

24Porque si tú, que por naturaleza eras un olivo silvestre, contra la naturaleza fuiste cortado e injertado en el buen olivo, ¡con más razón estos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo!

La restauración de Israel

25Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, para que no se vuelvan arrogantes. Parte de Israel se ha endurecido, y esto será así hasta que se haya incorporado la totalidad de los no judíos;

26y después de eso todo Israel será salvo. Como está escrito:

«El Libertador vendrá de Sión,

y apartará de Jacob la impiedad.

27Y este será mi pacto con ellos,

cuando yo quite sus pecados.»

28Así que, en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de ustedes; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de sus antepasados.

29Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.

30Así como en otro tiempo ustedes eran desobedientes a Dios, pero ahora han alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

31así también estos han sido desobedientes ahora, para que por la misericordia concedida a ustedes también ellos alcancen misericordia.

32Porque Dios sujetó a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.

33¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

34Porque ¿quién ha entendido la mente del Señor? ¿O quién ha sido su consejero?

35¿O quién le dio a él primero, para que él tenga que devolverlo?

36Ciertamente, todas las cosas son de él, y por él, y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.

Súplica por la restauración

Al músico principal. Sobre Lirios. Testimonio. Salmo de Asaf.

1Pastor de Israel, ¡escucha!

Tú, que guías a José como a una oveja,

y que estás entre los querubines, ¡manifiéstate!

2En presencia de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

¡manifiesta tu poder y ven a salvarnos!

3¡Restáuranos, Dios nuestro!

¡Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvados!

4Señor, Dios de los ejércitos,

¿hasta cuándo te mostrarás indignado

contra la oración de tu pueblo?

5Nos has dado a comer lágrimas en vez de pan;

nos has hecho beber lágrimas en abundancia.

6Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos;

nuestros enemigos se burlan de nosotros.

7¡Restáuranos, Dios de los ejércitos!

¡Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvados!

8Desde Egipto trajiste una vid;

expulsaste a las naciones, y la plantaste.

9Limpiaste el terreno delante de ella,

hiciste que echara raíces, y esta llenó la tierra.

10Los montes se cubrieron con su sombra;

los cedros de Dios se cubrieron con sus sarmientos.

11Y la vid extendió sus vástagos y sus renuevos

hasta el mar, y hasta el gran río.

12¿Por qué derribaste sus cercas?

¡Todos los que pasan le arrancan uvas!

13¡Los jabalíes le hacen destrozos!

¡Las bestias salvajes la devoran!

14Dios de los ejércitos, ¡vuélvete a nosotros!

Desde el cielo dígnate mirarnos, y reconsidera;

¡ven y ayuda a esta viña!

15¡Es la viña que plantaste con tu diestra!

¡Es el renuevo que sembraste para ti!

16¡La han cortado! ¡Le han prendido fuego!

¡Déjate ver, y repréndelos, para que perezcan!

17Pero posa tu mano sobre tu hombre elegido,

sobre el hombre al que has dado tu poder.

18Así no nos apartaremos de ti.

Tú nos darás vida, y nosotros invocaremos tu nombre.

19Señor, Dios de los ejércitos, ¡restáuranos!

¡Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvados!

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