Sociedad Bíblica Peruana

ESPERANZA EN SU REINADO DE PAZ

Bible text(s)

El reinado de un rey justo

Para Salomón.

1¡Concédele, oh Dios, al rey juzgar como tú,

y concédele al hijo del rey tu justicia!

2¡Concédele juzgar a tu pueblo con justicia,

y con buen juicio a los afligidos de tu pueblo!

3¡Que los montes brinden paz al pueblo,

y las colinas ofrezcan justicia!

4Así el rey juzgará a los afligidos del pueblo,

salvará a los hijos de los menesterosos,

y aplastará a los opresores.

5Tu pueblo te temerá de generación en generación

mientras el sol y la luna existan.

6Que sea el rey como la lluvia que cae sobre la hierba,

y como el rocío que empapa la tierra.

7Que haya en sus días justicia y mucha paz,

hasta que la luna deje de existir.

8Que su dominio se extienda de mar a mar,

desde el gran río hasta los límites de la tierra.

9Que ante él se rindan los habitantes del desierto,

y que sus enemigos muerdan el polvo.

10Que los reyes de Tarsis y de las costas le paguen tributo,

y que los reyes de Sabá y de Sebá le ofrezcan regalos.

11Que todos los reyes se inclinen en su presencia,

y que todas las naciones le sirvan.

12Que salve el rey al pobre que le pida ayuda,

y al afligido que no tenga quien lo socorra.

13Que se compadezca del pobre y del menesteroso,

y que les salve la vida a los pobres.

14Que los salve del engaño y de la violencia,

y que la sangre de ellos sea a sus ojos muy valiosa.

15¡Que viva el rey! ¡Que reciba el oro de Sabá!

¡Que se ore por él siempre!

¡Que a todas horas se le bendiga!

16¡Que sea en las cumbres de los montes

como un puñado de grano que cae en la tierra!

¡Que sea tan productivo como el monte Líbano,

y que en la ciudad haya tanta gente

como hierba hay en el campo!

17¡Que su nombre sea siempre recordado!

¡Que su nombre permanezca mientras el sol exista!

¡Que todas las naciones sean bendecidas por él,

y que lo llamen bienaventurado!

18¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel!

¡Solo el Señor hace maravillas!

19¡Bendito sea por siempre su glorioso nombre!

¡Que toda la tierra sea llena de su gloria!

¡Amén y Amén!

Anuncio del nacimiento de Jesús

26Seis meses después, Dios envió al ángel Gabriel a la ciudad galilea de Nazaret

27para ver a María, una virgen que estaba comprometida con José, un hombre que era descendiente de David.

28El ángel entró en donde ella estaba y le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo.»

29Cuando ella escuchó estas palabras, se sorprendió y se preguntaba qué clase de saludo era ese.

30El ángel le dijo: «María, no temas. Dios te ha concedido su gracia.

31Vas a quedar encinta, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre JESÚS.

32Este será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios, el Señor, le dará el trono de David, su padre,

33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

34Pero María le dijo al ángel: «¿Y esto cómo va a suceder? ¡Nunca he estado con un hombre!»

35El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.

36También tu parienta Elisabet, la que llamaban estéril, ha concebido un hijo en su vejez, y ya está en su sexto mes de embarazo.

37¡Para Dios no hay nada imposible!»

38María dijo entonces: «Yo soy la sierva del Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho!» Y el ángel se fue de su presencia.

María visita a Elisabet

39Por esos mismos días, María fue de prisa a una ciudad de Judá que estaba en las montañas.

40Al entrar en la casa de Zacarías, saludó a Elisabet.

41Y sucedió que, al oír Elisabet el saludo de María, la criatura saltó en su vientre y Elisabet recibió la plenitud del Espíritu Santo.

42Entonces ella exclamó a voz en cuello: «¡Bendita eres tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!

43¿Cómo pudo sucederme que la madre de mi Señor venga a visitarme?

44¡Tan pronto como escuché tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre!

45¡Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá lo que el Señor te ha anunciado!»

46Entonces María dijo:

«Mi alma glorifica al Señor,

47y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

48Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva,

y desde ahora me llamarán dichosa

por todas las generaciones.

49Grandes cosas ha hecho en mí el Poderoso;

¡Santo es su nombre!

50La misericordia de Dios es eterna

para aquellos que le temen.

51Con su brazo hizo grandes proezas,

y deshizo los planes de los soberbios.

52Derrocó del trono a los poderosos,

y puso en alto a los humildes.

53A los hambrientos los colmó de bienes,

y a los ricos los dejó con las manos vacías.

54Socorrió a su siervo Israel,

y se acordó de su misericordia,

55de la cual habló con nuestros padres,

con Abrahán y con su descendencia para siempre.»

56María se quedó con Elisabet como tres meses, y después volvió a su casa.

San Lucas 1:26-56RVRCAbrir en el lector de la Biblia
La bendición sacerdotal

22El Señor habló con Moisés, y le dijo:

23«Habla con Aarón y sus hijos, y diles que de esta manera bendecirán a los hijos de Israel. Les dirán:

24»“¡Que el Señor te bendiga, y te cuide!

25»”¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti,

»”y tenga de ti misericordia!

26»”¡Que el Señor alce su rostro sobre ti,

»”y ponga en ti paz!”

27»De esta manera invocarán ellos mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.»

Números 6:22-27RVRCAbrir en el lector de la Biblia

1Puesto que ustedes ya han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.

2Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra.

3Porque ustedes ya han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.

4Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.

La vida antigua y la nueva

5Por lo tanto, hagan morir en ustedes todo lo que sea terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia. Eso es idolatría.

6Por cosas como estas les sobreviene la ira de Dios a los desobedientes.

7También ustedes practicaron estas cosas en otro tiempo, cuando vivían en ellas.

8Pero ahora deben abandonar también la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia y las conversaciones obscenas.

9No se mientan los unos a los otros, pues ya ustedes se han despojado de la vieja naturaleza y de sus hechos,

10y se han revestido de la nueva naturaleza, la naturaleza del nuevo hombre, que se va renovando a imagen del que lo creó hasta el pleno conocimiento,

11donde ya no importa el ser griego o judío, estar circuncidado o no estarlo, ser extranjero o inculto, siervo o libre, sino que Cristo es todo, y está en todos.

12Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia.

13Sean mutuamente tolerantes. Si alguno tiene una queja contra otro, perdónense de la misma manera que Cristo los perdonó.

14Y sobre todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto.

15Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.

16La palabra de Cristo habite ricamente en ustedes. Instrúyanse y exhórtense unos a otros con toda sabiduría; canten al Señor salmos, himnos y cánticos espirituales, con gratitud de corazón.

17Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.

Colosenses 3:1-17RVRCAbrir en el lector de la Biblia
Pacto de Salomón con Jirán

1Cuando el rey Jirán de Tiro supo que Salomón había sido consagrado como rey en lugar de su padre David, envió a sus embajadores a visitarlo, pues Jirán siempre había estimado a David.

2A su vez, Salomón mandó a decir a Jirán:

3«Tú sabes que, por culpa de las guerras en que mi padre, David, se vio envuelto, no pudo construir un templo para honrar el nombre del Señor su Dios, hasta que con la ayuda del Señor logró vencer a sus enemigos.

4Pero ahora que el Señor mi Dios me ha dado paz por todos lados y no tengo enemigos, ni nada que temer,

5he decidido construir un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios y para que se cumpla la promesa que el Señor le hizo a mi padre, cuando dijo: “Tu hijo, a quien yo pondré en el trono en lugar tuyo, será quien edifique el templo donde se honrará mi nombre.”

6Para poder hacerlo, ordena por favor a tus hombres que corten cedros del Líbano. Mis hombres pueden ayudar, y yo les pagaré a tus siervos lo que tú me digas, pues reconozco que no hay entre nosotros nadie que trabaje la madera tan bien como los sidonios.»

7Cuando Jirán oyó lo que Salomón había dicho, se llenó de alegría y dijo: «¡Bendito sea el Señor, que le dio a David un hijo tan sabio para gobernar a este gran pueblo!»

8Entonces le respondió a Salomón:

«He recibido tu mensaje, y en cuanto a la madera de cedro y de ciprés voy a hacer lo que me pides.

9Mis hombres llevarán la madera desde el Líbano hasta el mar, y allí la pondrán en balsas y te la llevarán hasta donde tú me digas; allí la desatarán para que tú la tomes. Mi pago será que me proveas de alimento para mi familia.»

10Fue así como Jirán proveyó a Salomón con toda la madera de cedro y de ciprés que quiso.

11A cambio de ella, cada año Salomón le enviaba a Jirán seis mil toneladas de trigo y seis mil litros de aceite puro para el sustento de su palacio.

12El Señor dotó a Salomón de mucha sabiduría, tal y como se lo había prometido, y los reinos de Jirán y de Salomón hicieron un pacto y hubo paz entre ellos.

13Después Salomón decretó leva en todo el pueblo de Israel y reunió a treinta mil hombres.

14Cada mes enviaba al Líbano diez mil hombres, los cuales trabajaban allí en turnos de un mes, y luego se quedaban en sus casas. Adonirán estaba a cargo de la leva.

15Además, Salomón contaba con setenta mil hombres que cargaban los materiales, y ochenta mil que cortaban la madera en el monte,

16sin contar a los tres mil trescientos maestros oficiales que Salomón puso al frente del pueblo que realizaba la obra.

17También ordenó que llevaran grandes piedras labradas de cantera, de buena calidad, para los cimientos del templo.

18Y entre los albañiles de Salomón y la gente de Jirán y de Gebal cortaron la madera y labraron la cantería para construir el templo.

1Hermanos, ciertamente lo que mi corazón anhela, y lo que pido a Dios en oración es la salvación de Israel.

2Me consta que ustedes tienen celo por Dios, pero su celo no se basa en el conocimiento.

3Pues al ignorar la justicia de Dios y procurar establecer su propia justicia, no se sujetaron a la justicia de Dios;

4porque el cumplimiento de la ley es Cristo, para la justicia de todo aquel que cree.

5Moisés describe así a la justicia que se basa en la ley: «Quien practique estas cosas, vivirá por ellas.»

6Pero la justicia que se basa en la fe dice así: «No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (Es decir, para hacer que Cristo baje.)

7¿O quién bajará al abismo? (Es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos.)»

8Lo que dice es: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Esta es la palabra de fe que predicamos:

9«Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.»

10Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación.

11Pues la Escritura dice: «Todo aquel que cree en él, no será defraudado.»

12Porque no hay diferencia entre el que es judío y el que no lo es, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan,

13porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.

14Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?

15¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: «¡Cuán hermosa es la llegada de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!»

16Pero no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?»

17Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios.

18Pero yo pregunto: ¿En verdad no han oído? ¡Por supuesto que sí!

«Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,

Y sus palabras han llegado hasta los confines de la tierra.»

19Y vuelvo a preguntar: ¿En verdad Israel no ha comprendido esto? En primer lugar, Moisés dice:

«Yo haré que ustedes sientan celos de un pueblo que no es pueblo;

Y haré que ustedes se enojen con un pueblo insensato.»

20También Isaías dice resueltamente:

«Los que no me buscaban, me encontraron;

me manifesté a los que no preguntaban por mí.»

21Pero acerca de Israel dice: «Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contestatario.»

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